viernes, 13 de abril de 2012

Y resulta que "no estaba ahí"...

Uno imagina que dar un paso en lugar conocido es seguro, uno sabe ya de formas y baches, de ritmos y texturas, entonces uno anda casi a ciegas, como mirando pero sin mirar nada, y es que uno está seguro porque por alguna extraña razón tiene fe en qué el piso como siempre estará ahí, listo para recibir a un pie y al otro. Entonces, a veces pasa, que el piso se nos mueve, se ha fracturado o le ha brotado de la nada y sin que nos demos cuenta, un agujero nuevo y de golpe estamos en el piso: caídos, humillados, avergonzados y adoloridos. Resulta entonces que uno no conocía tan bien el dichoso lugar seguro o que quizá ha pecado de confiado o de miope y en medio de eso se le ha escapado un movimiento. Ocurre entonces que uno no tolera ni que le den una mano o le echen un lazo. Recibir ayuda cuando uno está caído es necesario pero insoportable.

No hay comentarios: