Marciana o eso que llaman: egotismo...
Dice la teoría que el "egotismo" en tanto patrón o forma fija en un campo organismo/entorno fluctuante, tiene como características el aislamiento con relación al ello y al entorno. Cuando los fondos están listos para el contacto final, hay una interrupción en la relajación del control y la vigilancia; cuando lo que toca es abandonarse, el egotista se detiene; cuando lo que toca es estar abierto a lo sorprendente, el egotista se detiene; cuando lo que toca es fundirse en un abrazo, el egotista se detiene. Hay una limitación de la espontaneidad a través de la introspección, un exceso de consciencia deliberada, un constante intento por controlar lo incontrolable...una búsqueda permanente por aislarse a sí mismo como única realidad, hasta llenarse de aburrimiento y soledad.
El egotismo es pues, la triste fantasía de vivir como si el aire no hiciera falta para respirar, el piso para sostenerse, una mano para levantarse o un empujón y una sonrisa amorosa para echar a andar de nuevo después de una caída. Ahí, uno elige creerse la mentira de "no necesitar nada ni a nadie", aún a riesgo de morir de desnutrición y soledad. Si, el egotista prefiere quedarse solo y muerto de hambre, con tal de no arriesgarse a ser abandonado, rechazado, aceptado, amado; con tal de no correr el riesgo de perder el control y ser defraudado, engañado...olvidado. "Más vale solo que mal acompañado" diría. El egotista prefiere hacer un estudio del amor, que arriesgarse a amar; calcula cada paso, cada movimiento, calcula los riesgos, los peligros, las pérdidas, las ganancias, y cada una de las posibilidades que su miopía le permite ver, y de tanto calcular se va quedando en números rojos... soñando, deseando, añorando la vida mientras la vida le pasa enfrente y se les escapa toda, toda delante de sus ojos.