viernes, 22 de junio de 2012

El círculo de la vergüenza

"No es correcto..." Hay miradas que repiten silenciosamente una y otra vez esta frase. Palabras mudas que disfrazadas de silencio nos indican que no estamos siendo recibidos como adecuados, que lo estamos haciendo mal. Son miradas que reprueban, reprochan, enjuician, y que al esconder el sonido se vuelven silencios lacerantes, silencios que avergüenzan y que no dejan opción para la defensa. Son al final miradas cobardes. Miradas que colocadas en algún estrado lejos del mundo señalan y acusan, pero lo hacen desde ahí, desde lejos, desde ese lugar que niega el acceso a los señalados, que imposibilita una respuesta. Son miradas directas cargadas de palabras calladas que se lavan las manos. Los mirados entonces parecen locos si reaccionan y a ratos hasta paranoicos. Saben que están siendo heridos, pero la daga como en los fetiches, entra por algún lugar invisible y la sangre parece seca y transparente, no se nota, no se sabe y si se nombra se apellida delirio. Me duelen ambos lugares, uno por lo solitario de su trono, por lo duro que será enfrentarse a su humanidad el día que terminen siendo actores de lo que señalan, y de eso, sin duda y siempre, la vida se encarga; y los otros por ser golpeados con los ojos vendados, apuñalados por la espalda, una y otra vez, hasta que de tanta herida muda se endurecen y escapan bien lejos del mundo, hasta encontrar ese espacio distante en donde nunca más podrán ser tocados, entonces se sientan y desde arriba miran a los nuevos caídos y repiten silenciosamente "no es correcto".