- (recordando viejos tiempos) Para Lacan, la psicosis nos pide repensar el pensamiento, más allá del muro que separa la razón y la locura, la locura nos concierne a todos.
- La verdad del "psicótico" introduce el sin sentido, hay en el delirio una certeza, una convicción que enuncia la verdad. Del loco lo que se teme son sus palabras, porque son palabras que nos hablan, que nos llegan que nos confrontan. "El psicótico localiza la catástrofe que otros no ven frente a la ruptura de lazos sociales. La verdadera locura está en que casi nunca hay un otro que responda"...¿o no? (Ver "Los dominios del miedo" de Isabel Jáidar Matalobos, UAM).
- "Borderline conditions se le llama en inglés a está condición humana que la sabiduría del lugar común ha estado intentando caracterizar tan sólo con el balazo de una expresión: la vida en la cuerda floja, la salud mental al filo de la navaja, la solución intermedia que, ante la indecisión, opta por la tierra de nadie: el loco se inventa un mundo y un personaje (él mismo) para lograr sobrevivir" y creo que nos toca preguntarnos sobrevivir a quien a qué...la única respuesta que encuentro es al mundo, y ese mundo somos todos.
- La locura duele, la locura habla, la locura enuncia, evidencía, confronta. La locura libera, si, pero también desgarra. La locura pone a la luz nuestra incapacidad para comunicarnos, para tomar el tiempo de mirarnos y encontrarnos. Nuestra incapacidad para cuidarnos y abrazarnos, para hacernos cargo. La locura es un llamado de atención, un grito, una súplica... el síntoma es un reclamo, un llamado a la relación.
- Si, coincido y me uno a cada una de sus voces: la locura nos permite hacer y transmitir emociones, sentimientos, ideas y sueños locos, mundos nuevos que a veces parecen no posibles; la locura nos permite creer y crear, atrevernos...hacer locuras, si, ella nos permite nombrar lo que no tiene otra forma de ser nombrado, mirar lo que de otro modo sería invisible, oír lo que nos cuesta oír; la locura es un ajuste creativo que nos ha regalado uno y miles de genios, de grandes maestros, de grandes personas, de héroes y sobrevivientes. La locura no es el problema, el problema es no escuchar su grito, el problema es no ver el otro lado: la desgarradora experiencia de no ser comprendido, de no ser mirado, de causar miedo, de buscar ser acallado (como se acalla el delirio), de que nadie o muy pocos hagan el esfuerzo de aprender otro idioma, de ser obligado a negarse para sobrevivir, el problema somos los otros cuando estamos tan cuerdos que nos volvemos sordos, cuando creemos que la nuestra es la buena manera, la única manera de vivir, cuando pensamos que la razón tiene nuestra forma, cuando intoleramos la diferencia, cuando encerramos, ocultamos y detenemos el grito que no nos gusta, que nos incomoda. La locura es un llamado a la relación, la invitación es responder a ese llamado.