domingo, 3 de enero de 2010

2010

Me ha costado empezar a escribir de nuevo. 
Necesite semanas, días enteros de silencio, de retiro, de aislamiento y pensamientos; días de reflexión, de decisiones. 
Se fue un año cansado, uno de encuentros y desencuentros, uno de realidades, de enfermedad, de accidentes, de hospitales y familia; uno de decepción y desilusiones. Uno de cimientos firmes también, de amor y bienvenidas (Sharon y Alejandro llegaron a darle un toque de luz a este año pesado). 
Sí, se fue un año lleno hasta el tope de realidad, de despedidas y compromisos, de caminos nuevos, de conflictos y renuncias, de almas muertas y almas nuevas, de miedo, de rabia, de valor y verdades que brincan, que matan, un año de sorpresas. Se fue el 2009, un año de realidad, demasiada realidad a cuestas, de vida ruidosa, cruda, intensa. Se fue y me dejó cansada, quizá por ello necesite semanas, días enteros de silencio.
Es un año nuevo y le tengo fe, lo tengo cargado de esperanzas y de propósitos. Creo que me tocó crecer en el 2009 y quizá este sea tiempo de cosechar, de levantar con las manos cansadas y vividas lo sembrado. Con los ojos arrugados lo mirado. Es un año nuevo y le tengo fe. Que venga pues la vida, estoy lista para tomarla y andarla.
Feliz año a los amados, a los conocidos y desconocidos, al mundo que acompaña los caminos y dibuja los mañanas. Feliz año y bienvenida sea la vida.