viernes, 14 de marzo de 2008

El encuentro

Encontrarse es ser sorprendido, atrapado por una mirada; es quedarse desnudo con las carnes expuestas, con el alma de fuera....es ponernos a la luz tal como somos, como vamos siendo con todas nuestras imperfecciones, y a pesar de ello ser abrazados, y a pesar de ello no sentirnos solos. Encontrarse es sabernos nuevos con el otro, es permitirnos estar perdidos en un instante, ser tragados por un momento y al mismo tiempo reconocernos otros con el otro. Encontrarse es llorar lágrimas prestadas, reírnos a carcajadas o gritarnos porque andamos heridos o de malas, recibir una caricia e inventar juntos un lenguaje, una palabra nueva, una que nace e inmediatamente se borra, porque encontrarse es no repetir nunca el mismo momento, encontrarse es siempre la primera y la ultima vez, es dejar que la torpeza nos invada (porque uno es torpe siempre que lo hace por primera vez) y de ella sacar fuerza, energía, excitación suficiente para seguir ahí y crear de ahí mismo una forma bella, y es que poco hay más hermoso que la torpeza de lo nuevo, de lo no sabido. Encontrarse es no salir corriendo, es atreverse a quedarnos, a ser descubiertos, es mirar más allá de la sombra, de la niebla, de la forma; es ser famosos e importantes, reyes por un instante; es robarle un sorbo a la vida. Pero encontrarse es también desencontrarse, porque en el desencuentro la sangre corre y herve, la noche es honda y el vacío presencia, porque en el desencuentro hay tanta muerte que nos llenamos de vida. Desencontrarse es decir la verdad que incomoda, pero que por dicha nos deja juntos. No hay forma de escapar al encuentro entonces, no hay forma de esconderse ni siquiera inyectándole anestesia a la vida...no hay forma de escapar del encuentro entonces, no al menos mientras haya vida.