miradas que raptan, secuestran el alma.
Hay miradas que duelen
y están las que callan.
Hay miradas que esconden,
seducen,
mienten,
miradas que engañan...
y hay también, las que matan.
Hay miradas que piden, suplican
miradas que añoran, que esperan.
Hay miradas que juegan,
que evaden,
que a penas pueden tocarse.
Hay miradas que buscan
y están esas que se encuentran.
Hay miradas que babean,
miradas que quieren comerse al mundo o al otro,
miradas que aman.
Hay miradas asustadas,
sorprendidas,
miradas extrañadas del mundo,
de un mundo en el que no encuentran ni se encuentran.
Hay miradas dolidas,
miradas que esconden todo el dolor del mundo,
miradas que lloran, aún estando secas.
Hay miradas que hablan,
que no conocen otro lenguaje,
miradas a las que les ha sido otorgada la palabra muda,
esa palabra sin voz que dice tanto y no dice nada: no puede.
Hay miradas inocentes,
miradas que todavía creen,
miradas que guardan sueños aunque los otros los llamen utopías,
son miradas un poco miopes, si,
miradas miopes que hacen del universo un lugar mejor...
en ellas vive la esperanza.